lunes, 8 de febrero de 2010

El Independiente

De controladores aéreos y otras vainas.

08/02/2010 JOSÉ LUIS Trasobares 


Este arremangarse que ha tenido el ministro Blanco ante los controladores aéreos es una perfecta muestra de que, llegados a un punto máximo de mamoneo por parte de cualquier grupo de presión, corporación o cofradía, la única salida es cortar por lo sano. Y si alguien puede coger el escalpelo y pegar el tajo ese es el Gobierno. Claro que, una vez abierto el melón, no estaría mal seguir adelante y poner un poco orden en la economía y en todo lo demás... aunque sea mediante decretos-ley. Si no es así, España se italianizará (en el peor de los sentidos) a velocidad de vértigo. De hecho ya vamos en esa dirección: poca vergüenza, bajísimos niveles de ética social y política, liderazgos paupérrimos y un neofascismo latente al que cada vez se le ve más suelto.
¿Será posible que Garzón acabe su rutilante trayectoria profesional procesado por haber osado abrir causa por los horrendos (según dice el propio auto) crímenes del franquismo? ¿Se dará pábulo a las denuncias de los ultraderechistas de Manos Limpias y Falange? ¿Qué queda de la Transición? Con independencia de la opinión que tenga cada cual de la trayectoria del superjuez, esto de ahora es vomitivo. ¡Y encima nos sacan a relucir la amnistía del 77! ¿Será quizás una forma de recordar a quienes lucharon contra la dictadura que, si lograron imponer un sistema homologado de libertades, a cambio hubieron de dejar en su sitio a quienes habían hecho de las suyas en la BIPS, en el TOP y en todo el tinglado represor del llamado Movimiento Nacional (con Falange a la cabeza)?
Hace unas pocas semanas murió Mariano Constante uno de los pocos aragoneses (y estuvieron allí más de un millar) que sobrevivieron al campo de exterminio de Mauthausen. A personas como él yo siempre los consideré vencedores en la gran guerra contra el nazi-fascismo. La España constitucional de hoy debíera haberlo asumido así elevándoles al altar de los héroes. Ni el Gobierno de González ni el de Zapatero se atrevieron a ello. Tenían miedo. Y ahora, en el averno, Franco presumirá ante sus colegas genocidas (desde Hitler a Pinochet). "¡Anda que no lo dejé bien atado ni nada!", les dirá ufano.

El Periódico de Aragón

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