viernes, 22 de julio de 2011

El WINNIPEG, UN VIEJO BRIGADISTA CLANDESTINO

Acaba de morir en París Georges Soriá (Túnez,1914) periodista y escritor francés, Doctor en Ciencias Humanas, autor de más de treinta obras como la Historia de la Comuna de París, Los 300 días de la Revolución rusa y Guerra y Revolución en España 1936-1939; obra monumental en cinco tomos y más de 2.500 fotografías. Comenzó sus colaboraciones en la revista Regards con una serie de reportajes sobre la victoria del Frente Popular en España y llegó como corresponsal de guerra a la Península al estallar la guerra civil, y a la caída de la República  terminó cubriendo el frente ruso durante la II guerra mundial. A Georges Soriá le debemos la historia clandestina del Winnipeg, que no es otra que la historia secreta de la solidaridad internacionalista con la República española. Se trata de una historia apasionante revestida con la épica y los valores más trascendentes del espíritu humano, una historia llena de misterios y de leyenda, pero también una historia muy difícil de contar. Muchos de aquellos actores ya no están, algunos mantuvieron silencio durante bastante tiempo, fuera por discreción  pudor natural o por regla de conducta, no hay que olvidar que pertenecieron a una generación de luchadores y conspiradores por excelencia, que hicieron de la solidaridad internacionalista su propio hogar. Su misión consistía por ejemplo en organizar el sistema de reclutamiento, transporte y entrada de voluntarios en España, construir las redes de ayuda, casas, documentación, y organizar a escala internacional el transporte de armas para la República española desde la Ex – Unión Soviética, que llegaban a puertos franceses y seguían su ruta por tren o carretera hasta la frontera pirenaica.

         Es por Georges Soriá que sabemos que fueron Giulio Ceretti, alias Paul Allard, antiguo miembro del Comité Central del Partido Comunista de Francia (PCF), y posteriormente senador por Florencia  al finalizar la II guerra mundial, y Georges Gosnat, joven dirigente de las Juventudes Comunistas de Francia, quienes entre sus múltiples actividades, se les encomendó la tarea de crear una compañía naviera que se llamaría “France-Navigation”. Gosnat se acababa de graduar de su servicio militar con el grado de oficial y había estudiado además en la “École Supérieure de Commerce de Paris”. Desde entonces, Ceretti y Gosnat formaron una dupla virtuosa que logró la hazaña de realizar 227 enlaces navieros entre los puertos soviéticos de Murmansk u Odessa y los puertos franceses de Rouen o Burdeos, sin haber perdido uno solo de sus buques, a manos de los submarinos fascistas, alemanes, franquistas o italianos, o por los torpedos de los famosos submarinos “sin bandera conocida”. Entre estos buques-leyenda se encontraba uno de sus  principales y de mayor calado: El “Winnipeg”.

     La flota de la “France-Navigation”, llegó a contar con 23 buques mercantes, y una tripulación de 2000 oficiales y marinos de élite. La compañía estableció como principio de su tráfico marítimo el no pago de los valores de seguros a la compañía inglesa “LLoyd”, primero porque la naturaleza de su carga se lo impedía y segundo porque el precio de los pertrechos le hubiera resultado prohibitivo, por lo tanto aceptaban los riesgos y actuaron muchas veces como corsarios de alta mar, cambiando la identidad de los buques, confundiendo las banderas, utilizando cualquier treta para engañar a los nazis y franquistas. Un barco que salía con una chimenea podía llegar con dos, o con tres…, podía ser pintado de otro color cuando se encontraba navegando y llegar con diferente nombre a aguas españolas. Se realizaban complicadísimos transbordos de cargamento estando en alta mar. Uno de sus principales oficiales fue el comandante Jean Malasagne, quien con sus sobrecargos Emile Seillon y Eugène Le Moign, se constituyeron en el “estado mayor” de aquellas  tripulaciones intrépidas. Sus marinos eran reclutados directamente por Alphonse Dumay, secretario de la Federación de Trabajadores del Mar, y sólo algunos eran militantes del PCF.

      Soriá explica en su libro que Stalin estaba dudando mucho durante la primavera de 193737 acerca de continuar enviando tripulaciones soviéticas hacia España, en mares infestados de submarinos fascistas, pero cuando “France –Navigation” le explicó su proyecto a través de Giorgy Dimitrov, entonces secretario general del KOMINTERN, la garantía y la eficacia de sus buques, entonces aceptó gustoso.
        Podemos decir sin temor a equivocarnos que en las bodegas del Winnipeg se cargaron toneladas de material bélico soviético, tal como aviones cazas desarmados por piezas, tanques en la misma condición, vehículos blindados, cañones de todos los calibres, bombas de aviación, obuses, ametralladoras, granadas, fusiles, material imprescindible para defender la República y todo convenientemente empaquetado en sus cajas con el rótulo de “Maquinaria Agrícola”. Una vez estibados en Mursmank, seguían la ruta rodeando Noruega, y regresaban bordeando las costas británicas para esquivar a los submarinos enemigos.

           Quien sabe cuantos viajes alcanzó a realizar el Winnipeg, cuando muchos no lo lograron como algunos de sus pares soviéticos, el “KOMSOMOL”, el “Timiriazev” o el “Blagoev” que fueron hundidos, y otros muchos abordados y capturados en el mismo periplo. Tampoco sabemos como Neruda logró alquilar sus servicios, probablemente fueron los compañeros del PCF quienes lo pusieron en contacto con Ceretti y Goznat de la “France-Navigation”, lo que si sabemos que el Winnipeg, el viejo brigadista, cumplió su última misión para la República española transportando a muchos de sus hijos a la libertad en el cono sur de América.

Gonzalo Bizama

Fuente: Soria, Georges. Guerra y Revolución en España.1936-1939.
            Editorial Grijalbo, España.

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